Tienes la boca seca, tu corazón está a punto de salirte del pecho y las palmas de tus manos están resbaladizas por el sudor. Y no es que estés a punto de saltar de un avión, a una altitud de 10.000 metros, como en una película de Misión Imposible. No, estos son los largos segundos que se estiran hacia el infinito mientras estás solo, ante un grupo de personas que espera que de tu boca salgan palabras inteligentes, profundas y entretenidas. Y con una voz como si de Constantino Romero se tratase, por supuesto.
¿Te suena familiar? Si es así, no estás solo. Según una investigación realizada por la Escuela de Estudios de la Comunicación de la Universidad de Tennessee en Knoxville, alrededor del 75% de la población sufre ansiedad cuando se trata de hablar en público. Para el 10%, esa ansiedad se transforma en puro pánico. Básicamente se trata de tu sistema nervioso entrando en estado de alerta, provocado porque muchas personas te están mirando, y este te advierte que no se trata de un espacio seguro.
El objetivo es que tu sistema nervioso salga de ese estado, calmándose y centrándose, de modo que cuando te encuentres ante una audiencia, te sientas como si estuvieras frente a tus amigos.
¿Quieres dejar de ponerte nervioso cada vez que estás en una reunión, o cuando das un discurso como padrino? Hoy vamos a empezar a averiguar cómo.
1. Relájate
Cuando entras en el estado de alerta, todo comienza a ir cuesta abajo. La solución es tan simple como comprender tu lenguaje corporal cuando entra en ese estado (hombros tensos, mandíbula tensa, respiración acelerada…) y ajustarlo en consecuencia para provocar una respuesta opuesta de reposo y calma. Relaja los hombros, respira despacio y profundamente, relaja tu mirada para que sea periférica, suaviza tu mandíbula y, en definitiva, dile a tu sistema nervioso que estás a salvo. Cuando lo hayas practicado, podrás hablar con cualquiera y además te sentirás bien.
2. Haz pausas
Cuando hablamos en público, a menudo tenemos la tentación de avanzar rápidamente. Hablar es exhalar, por lo que hacer pausas es realmente importante, porque es el momento en el que inhalas. Y la calidad de tu inhalación es la calidad de tu voz.
Pero no se trata solo de respirar. Para asegurarte de que tu voz tenga un buen timbre, debes inspirar de forma correcta y planificar tu discurso para adaptarse a estas pausas. Cuando inhalas, es mejor pensar en hacerlo despacio y profundo, en lugar de superficial y rápido. Y esto es algo que también se debe practicar.
3. Evita la postura “text neck”
Todos caemos en la mala postura denominada “text neck”: cuando nos inclinamos hacia las pantallas de nuestros móviles mientras revisamos Instagram, o redactamos un tweet escandalosamente ingenioso, provocando que nuestras cabezas se salgan de la línea natural de la cervical. Resulta que esta es la forma más efectiva de evitar que tu voz proyecte seguridad.
La postura “text neck” modifica tu voz, hace que sea débil y plana. Si por ejemplo tienes una reunión, piensa en la posición de tus orejas por encima de los hombros al entrar. Eso realmente ayudará a que tu voz esté más centrada y potente, porque coloca la laringe en su lugar correcto y te ayudará a respirar profundamente.
4. Proyecta tu voz
Seamos realistas, la mayoría de nosotros no estamos dotados con la voz grave y poderosa que nos gustaría. Para mejorar nuestra potencia debemos proyectar nuestra voz a la pared trasera de la habitación en la que nos encontremos. Imagínate que hay alguien en la parte trasera de la habitación a quien quieres dirigirle tu voz. E incluso cuando miras a otras personas en la habitación, que tal vez estén sentadas alrededor de la mesa o frente a ti, solo tienes la sensación de que tu voz rebota en esa pared. Con esto conseguirás proyectar tu voz de forma uniforme y relajada, con lo que mejorarás inmediatamente tu presencia.
5. Ejercita tu lengua
Si a veces te atropellas con tus propias palabras, si te falta articulación y claridad, no te preocupes, se puede arreglar. Por la mañana antes de ir a trabajar, simplemente recita un trabalenguas, exagerando la pronunciación y definición. Si ejercitas esto regularmente, los articuladores (lengua y labios) comienzan a funcionar con mayor precisión y empezarás a sonar mucho más claro.